lunes, 2 de agosto de 2010

Japón


…”El Japón ha tenido una evolución un poco distinta del esquema común a todas las naciones occidentales. Originariamente estaba habitado por una raza blanca, los ainos (algunos ainos sobreviven todavía, reunidos en colonias y son objeto de observaciones por parte de los investigadores), a los que se unieron numerosos grupos pequeños procedentes de las más diversas regiones del continente y originados por las más distintas vicisitudes.

En efecto la pobreza de aquellas islas nunca despertó la codicia de ningún gran estado y por consiguiente favorecio el establecimiento de una población de raza amarilla compuesta por aventureros, bandidos y despojos de gloriosos ejércitos vencidos en el continente. Este pueblo sobrevivio heroicamente a los sucesos históricos y naturales, madurando cualidades morales propias, y diferenciandose muchísimo de las gentes de las que era originario. Vivio alternando períodos relativamente tranquilos con larguisimos períodos de continuas guerras intestinas.
Una característica puramente oriental, agudizada por las condiciones de vida del antiguo Japón, consiste en el escaso valor atribuido a la vida humana (debido a la superpoblación, al esfuerzo necesariopor la supervivencia). Esto favoreció el desarrollo de una ética fatalista. Muy pronto la clase guerrera, que habia adquirido cada vez más importancia, se convirtió en el intérprete más fiel de las mejores tradiciones éticas de la vida social japonesa. Aunque los principios cultivados por los Samurai no eran originales sino de importación, estos guerreros ocuparon una posición singular en la historia y en la cultura del antiguo Japón.
El Japón tuvo un primer período medieval, pintoresco, pero bastante similar al de otras naciones. Mientras en Europa los fermentos del renaciiento italiano abrian horizontes ilimitados a un nuevo período histórico, el Japón se mantenía aislado de contactos con las naciones vecinas (China, Corea y la colonia china de Okinawa), contentandose con asimilar y transformar con extremada lentitud algunas de sus manifestaciones artísticas y raras innovaciones técnicas y sociales.
Naturalmente, si el Japón no se abría al resto del mundo, se penso que éste descubriera el Jaón (cuyo mundo fabuloso ya habia sido descrito por Marco Polo y por posteriores exploradores). En el siglo XVI fueron los españoles, inicialmente bien acogidos, quienes introdujeron las nuevas ideas religiosas (San Francisco Javier), las armas de fuego, el comercio y las novedades de un mundo extremadamente grande fuera del Japón.
Pero este cambio impresito fue probablemente demasiado brusco y el Japón, apretado alrededor de su emperador, rechazó a los extranjeros, cerró los puertos y prolongó voluntariamente la época medieval durante casi otros trescientos años. Este nuevo período medieval, contagiado ahora irreparablemente, fue la característica de la historia japonesa a la que debemos las mayores diferencias de desarrollo con la civilización de nuestros países. A mediados del siglo XIX, la expansión colonial inglesa, en busca de nuevos mercados, obligo al Japón, bajo la amenaza de los cañones del comodoro Perry, a recibir a los exranjeros en sus puertos y a iniciar tratados comerciales.
A la vuelta de medio siglo, el pueblo japones se dio a conocer por su inteligencia y espíritu organizador, convirtiendose rápidamente en una potencia mundial, en condiciones de rivalizar, a menudo victoriosamente, con cualquier nación.

Texto tomado del libro “El Judo en 12 Lecciones” de Cesar Barioli, editorial de Vecchi – Barcelona/España.

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